domingo, 18 de junio de 2017

JOSUÉ. INTRODUCCIÓN.

JOSUÉ. CAPÍTULO 24.

Renovación de la alianza (Ex 19; 24; Dt 29-30)

1Josué reunió a las tribus de Israel en Siquén. Convocó a los ancianos de Israel, a los cabezas de familia, jueces y alguaciles, y se presentaron ante el Señor. 2Josué habló al pueblo:
-Así dice el Señor, Dios de Israel: "Al otro lado del río Éufrates vivieron antaño vuestros padres. Téraj, padre de Abrahán y de Najor, sirviendo a otros dioses. 3Tomé a Abrahán, vuestro padre, del otro lado del río, lo conduje por todo el país de Canaán y multipliqué su descendencia dándole a Isaac. 4A Isaac le di Jacob y Esaú. A Esaú le di en propiedad la montaña de Seír, mientras que Jacob y sus hijos bajaron a Egipto.
              5>>Envié a Moisés y a Aarón para castigar a Egipto con los portentos que hice, y después os saqué de allí. 6Saqué de Egipto a vuestros padres, y llegasteis al mar. Los egipcios persiguieron a vuestros padres con caballería y carros hasta el Mar Rojo; 7pero gritaron al Señor, y él puso una nube oscura entre vosotros y los egipcios; después desplomó sobre ellos el mar, anegándolos. Vuestros ojos vieron lo que hice en Egipto. Después vivisteis en el desierto muchos años. 8Os llevé al país de los amorreos, que vivían en Transjordania; os atacaron y os los entregué; os apoderasteis de sus territorios; y os los quité de delante.
             9>>Entonces Balac; hijo de Sipor, rey de Moab, atacó Israel; mandó llamar a Balaán, hijo de Beor, para que os maldijera; 10pero yo no quise oír a Balaán, que no tuvo más remedio que bendeciros, y os libré de sus manos.
11>>Pasasteis el Jordán y llegasteis a Jericó. Los jefes de Jericó os atacaron: los amorreos, fereceos, cananeos, hititas, guirgaseos, heveos y jebuseos, pero yo os los entregué; 12sembré el pánico ante vosotros, y expulsasteis a los dos reyes amorreos no con tu espada ni con tu arco; 13y os di una tierra por la que no habíais sudado, ciudades que no habíais contruido y en las que ahora vivís, viñedos y olivares que no habíais plantado y de los que ahora comés".
14Pues bien, temed al Señor, servidle con toda sinceridad; quitad de en medio a los dioses a los que sirvieron vuestros padres al otro lado del río y en Egipto, y servid al Señor. 15Si os resulta duro servir al Señor, elegid hoy a quien queréis servir:  a los dioses que sirvieron vuestros padres al otro lado del río o a los dioses de los amorreos en cuyo país habitáis, que yo y mi casa serviremos al Señor.
16El pueblo respondió:
-Lejos de nosotros abandonar al Señor para ir a servir a otros dioses! 17Porque el Señor, nuestro Dios, es quien nos sacó a nosotros y a nuestros padres de la esclavitud de Egipto, quien hizo ante nuestros ojos aquellos grandes prodigios, nos guardó en todo nuestro peregrinar y entre todos los pueblos que atravesamos. 18El Señor expulsó ante nosotros a los pueblos amorreos que habitaban el país. También nosotros serviremos al Señor: ¡es nuestro Dios!
19Josué dijo al pueblo:
-No podréis servir al Señor, porque es un Dios santo, un Dios celoso. No perdonará vuestros delitos ni vuestros pecados. 20Si abandonáis al Señor y servía a dioses extranjeros, se volverá contra vosotros, y después de haberos tratado bien, os maltratará y os aniquilará.
21El pueblo respondió:
-¡No! Serviremos al Señor.
22Josué insistió:
-Sois testigos contra vosotros mismos de que habéis elegido servir al Señor.
Respondieron:
-¡Somos testigos!
23-Pues bien, quitad de en medio los dioses extranjeros que conserváis y poneos de parte del Señor, Dios de Israel.
24El pueblo respondió:
-Serviremos al Señor, nuestro Dios, y le obedeceremos.
25Aquel día Josué selló el pacto con el pueblo y les dio leyes y mandatos en Siquén. 26Escribió las cláusulas en el libro de la Ley de Dios, agarró una gran piedra y la erigió allí, bajo la encina del santuario del Señor, 27y dijo a todo el pueblo:
-Mirad esta piedra, que será testigo contra nosotros, porque ha oído todo lo que el Señor nos ha dicho. Será testigo contra vosotros para que no podáis renegar de vuestro Dios.
28Luego despidió al pueblo, cada cual a su heredad.
29Algún tiempo después murió Josué, hijo de Nun, siervo del Señor, a la edad de ciento diez años. 30Lo enterraron en el término de su heredad, en Timná Séraj, en la serranía de Efraín, al norte del monte Gaas.
31Israel sirvió al Señor mientras vivió Josué y los ancianos que lo sobrevivieron y que habían visto las hazañas del Señor en favor de Israel.
32Los huesos de José, traídos por los israelitas de Egipto, los enterraron en Siquén, en el campo que había comprado Jacob a los hijos de Jamor, padre de Siquén, por cien pesos, y que pertenecía a los hijos de José.
33También murió Eleazar, hijo de Aarón. Lo enterraron en Guibeá*, población de su hijo FIneés, que la había recibido en propiedad en la serranía de Efraín.

Explicación.

24 Después del discurso de Josué, última voluntad del jefe, que emprende "el viaje de todos", esperábamos la noticia de su muerte y sepultura. Esta se retrasa para dar paso a un acontecimiento capital: la renovación de la alianza. Es patente la intención del autor último de marcar al final el paralelismo Moisés = Josué, paralelismo que asegura la sucesión. En dos puntos se respeta el paralelismo: discurso de amonestación y ceremonia de la alianza. En otros puntos falta la correspondencia: Josué no compone un cántico ni pronuncia bendiciones tribales, como hizo Moisés (Dt 32 y 33). El autor no está en vena poética y considera suficientes los oráculos tribales de Gn 49 y Dt 33. En compensación, dedica gran atención y cuidado a componer la escena de la renovación de la alianza. Por ellos, este capítulo, completado con 8,30-35, nos ofrece un modelo muy interesante que hay que estudiar junto a Ex 19-20 y 24.
Josué congrega al pueblo para una acción litúrgica en el centro de la tierra prometida. En nombre de Dios, como liturgo oficiante, pronuncia el "prólogo histórico", es decir, la serie articulada de beneficios históricos que el soberano ha otorgado a su pueblo y que van a justificar la alianza (v. 2-13). Sigue un diálogo apretado y estilizado de Josué con la asamblea para conseguir una aceptación de la alianza plenamente responsable y formulada con validez jurídica (14-24). Sigue el rito de conclusión de la alianza, simplificado (25-27). Finalmente Josué despide al pueblo (28). No enumera explícitamente las estipulaciones de la alianza, que son primero el decálogo y después un código y también las adiciones de Moab;  basta con hacer referencia global a ellas (25-29). En cuanto a las bendiciones y maldiciones, están aludidas y son el tema del fragmento complementario, anticipado en 8,30-35.
El recuento de beneficios, que a primera vista puede dar la impresión de una serie desligada, está cuidadosamente construido. El esquema fundamental de la salvación se expresa con la bina verbal salir-entrar o scar-meter, según el sujeto de la acción sea el hombre o Dios. Este esquema binario se hacer ternario por la inserción de una etapa intermedia en el desierto, con los verbos caminar-conducir. La versión presente dedica bastante espacio al sacar y al introducir y despacha en una frase los cuarenta años del desierto: salir (5-7ab), desierto (7c), entrada (8-13).

Novedad notable de este prólogo histórico es remontarse a la etapa de los patriarcas. Así presenta la posesión como cumplimiento de la promesa, y hace que todo arranque de una eleccion personal (v.3).

Algunas repeticiones estilísticas marcan o matizan en contrapunto la composición. El verbo yshb = habitar suena tres veces: en Mesopotamia (v.2), en el desierto, uso anómalo (7c), en el país cananeo (13), y está evitado en Egipto (4). El verbo ntn = dar, se repite seis veces, tres veces en la etapa patriarcal, tres veces en la etapa final, de posesión de la tierra; la simetría producirá algunas asimetrías significativas respecto al don; Dios es el dador.

Los numerosos verbos en primera persona enuncian el protagonismo de Dios en la historia, del principio al final. Por eso disuenan los verbos con Yhwh sujeto en tercera persona, como si fueran cita de otra versión litúrgica no armonizada. Es un protagonismo que no anula la intervención de personajes y fuerzas históricas: lo que sucede es que el Señor derrota a las hostiles, somete a las rivales, utiliza otras. Así se frustra la agresión bélica de varios pueblos, la persecución de los egipcios, la maldición intentada de Balaán, la barrera de las aguas. Es un cuadro dramático este prólogo, no una enumeración monótona. Por su parte, algunos verbos en segunda persona dirigidos a los israelitas, indican su participación activa en los sucesos, niegan enfáticamente su participación en el don final.

Hay que leer en voz alta, bien declamados estos versos libres. Varios siglos de historia están abarcados en una visión unitaria de gran aliento: es la visión de una fe madura que embalsa siglos de reflexión.
24,2 Dt 26,5-9.

24,2-4 Etapa patriarcal. Comienza la historia en tiempos inmemoriales en Mesopotamia, donde se encontraban las raíces étnicas del pueblo. En la perspectiva del capítulo, los antepasados servían o daban culto a "otros dioses".
           "Tomé" es verbo de elección. Todo se concentra en un sólo hombre, introducido con su segundo nombre, Abrahán (no Abrán, que sería coherente con la versión del Génesis). Dios "lo hace caminar" por la tierra, prometida y no entregada todavía. El don por el momento no era la tierra, sino un descendiente legítimo, Isaac.

24,3 Gn 12.

24,4 Nuevos dones en que comienza a bifurcarse la historia. A Isaac Dios le "da" dos hijos, el menor antecede al mayor; a Esaú le entrega una tierra; a Jacob nada, Esaú reposa (es diversa la versión de Gn 27,40) y se sale de la historia dramátcia: no será actor ni testigo de ella. Jacob, en vez de recibir un don, tiene que emigrar a Egipto. En Egipto concluye la etapa patriarcal.

24,5-7b Desaparecen los cuatrocientos años oficiales de estancia en Egipto y se salta a la salida o liberación. Comienza con una "misión", con el verbo shlh, primera de tres presencias.
              La salida presenta algunas incoherencias gramaticales en cuanto a la persona que actúa: vosotros/vuestros padres. "Os saqué a vosotros... saqué a vuestros padres... vosotros llegasteis... ellos gritaron... vosotros y los egipcios... vuestros ojos vieron". En la incoherencia gramatical se aprecia a primera vista cierta torpeza narrativa; a segunda vista se aprecia la voluntad de unificar litúrgicamente la generación de salida y la de la entrada.
              El largo merodear como beduinos o seminómadas por desiertos y estepas no merecía la denominación "habitar". No creo que se le haya escapado por descuido al autor. Quizá ha querido equilibrar con un verbo ponderoso la brevedad del espacio dedicado a la etapa reciente del desierto.

24,6 Éx 14-15.

24,8-13 Llama la atención el espacio dedicado a la etapa final. Comienza con un resumen programático en el v.8. La entrada en la tierra resulta más belicosa que la salida, a los dos lados del Jordán.
             En Transjordania el episodio de Balaán ocupa el puesto tradicional de Sijón rey amorreo y Og rey de Basán. Por sus artes mágicas es contrapartida de los magos de Egipto. Lógicamente, Balaán invoca a sus divinidades para maldecir a los intrusos; ilógicamente el Señor no invocado dice "no quise escucharle". Porque impera otra lógica superior: sólo el Señor controla las bendiciones y maldiciones y convierte a Balaán en oráculo suyo.
            El paso del Jordán es simplemente mencionado, sin amplificación. En Cisjordania recomienza la guerra. La versión militar se impone: en la conquista de Jericó contra la versión del cap.6; en la acumulación enumerativa de enemigos, incluso los "dos reyes amorreos", que pertenecen a Transjordania, que son Sijón y Og. Pero es una guerra santa, que no deciden las armas humanas, "espada y arco", sino el "pánico" infundido por Dios. Pánico que actúa como contrapartida de las aguas que se desplomaron sobre los egipcios.

24,13 El don de la tierra subraya la gratuidad, con expresiones semejantes a las de Dt 6,10-11. En el momento inicial los israelitas no se fatigan, no construyen ni plantan, encuentran casa y mesa puesta. Todo es gracia.
         En la etapa próxima tendrán que añadir su esfuerzo. El verbo yshb = habitar cierra con pausa de reposo el gran prólogo histórico.

24,14 Comienza el diálogo con una partícula enfática que expresa la consecuencia de lo dicho: pues bien, por tanto, por consiguiente. Y como el servicio es exclusivo, el pueblo ha de quitar de en medio las imágenes de los demás dioses: compárese con Gn 35,2-4. Yhwh no acepta ser uno más de un panteón, ni siquiera acepta el primer puesto de la serie; para Israel ha de ser el único.

24,15 Si esa condición resulta demasiado exigente, el pueblo tendrá que hacer una nueva elección. No se suele decir que el pueblo escoja al Señor, sino lo contrario. (Recuérdese lo que dice Jesús a sus discípulos en Jn 15,16 [ No me elegisteis vosotros a mí, os elegí yo a vosotros y os destiné a que os pongáis en camino, produzcáis fruto y vuestro fruto dure; así, cualquier cosa que le pidáis al Padre en unión conmigo, os la dará.]. El verbo elegir introduce aquí el tema de la libertad. La alianza se ha de aceptar con un acto de libertad responsable, no indiferente. La "casa" de José puede ser la gran familia y puede abarcar toda una tribu. Según Nm 13,16 y 1 Cr 7,20-27, Josué pertenece a la tribu de Efraín y por él a la "casa de José".

24,16 La respuesta del pueblo es unívoca. "Lejos de nosotros" equivale a tachar de blasfemia la propuesta, de apostasía, el no servir. "Abandonar" es lo contrario de sevir; pero abandonar implica una situación precedente de aceptación. No están ante una elección inicial, sino ante una renovación al comienzo de la nueva etapa. Podrían dar marcha atrás, podrían desprenderse del dios de Egipto y del desierto. Pero de ningún modo sería elección neutral, indiferente; sería acto formal de apostasía. La propuesta de Josué es retórica, es aclaratoria y urgente. Moisés proponía al pueblo elegir entre "el bien y el mal, la bendición y la maldición, la muerte y la vida" (Dt 30,15.19). De modo semejante Josué propone al pueblo elegir entre el Señor y los otros dioses.

24,17-18 "Nuestro Dios" equivale a profesión de fe en el Dios de la alianza. El pueblo hace suyo el prólogo histórico resumiendo en tres tiempos la historia de la liberación: salida de Egipto como liberación de la esclavitud; camino por el desierto, que no es "habitar", sino "caminar" (como corrigiendo a Josué); entrada en Canaán.

24,19-20 Josué parece complacerse en poner dificultades al propósito del pueblo. Primero describe a un Dios trascendente y exigente, el Dios "celoso" que no admite rivales: Éx 20,1; 34,14; Dt 4,24; 5,5; 6,15. Después alude a las bendiciones y maldiciones de la alianza: quien elige a ese Dios y acepta su alianza, acepta en raíz las consecuencias de su respuesta. El tema del bien y del mal se plantea aquí radicalmente, como en Dt 30.

24,21 La respuesta del pueblo es más enérgica porque la conciencia de la responsabilidad es más clara.

24,22 Josué insiste pidiendo una especie de juramento, un testimonio solemne. En alianzas internacionales se invocan como testigos los dioses de ambas partes; aquí el mismo pueblo dará testimonio por sí en virtud de su aceptación solemne y pública. En la alianza de Moab Moisés invoca como testigos "cielo y tierra" y deja como testigo el "código de la ley". (Dt 31,28-29). Aquí es testigo el pueblo y lo será la piedra o estela erigida (v.27).

          El rito. No se describe con detalle el rito, que solía incluir un sacrificio: véase Éx 24,1-10. El texto de la alianza se escribe para su validez y se depone en el santuario para su conservación. La expresión "libro de la ley" = seper tôrâ se encuentra en Dt 28; 29 y 30; también Jos 8,31.34; 23,6.26; 2 Re 22,1; etc. Podría tratarse de un pergamino. Moisés escribió en losas de piedra, las llamadas "tablas de la ley", confiriendo solemnidad y duración lapidaria al protocolo. El texto no dice aquí que Josué grabe las estipulaciones en la "gran piedra" erigida como estela. En 8,32 se dice que "escribió sobre las piedras una copia de la ley...". Una estela, con o sin inscripció, podía ser monumento conmemorativo de alianza, como indica Gn 31,31.

          Es interesante la mención de un árbol sagrado junto al santuario. Israel acepta sin dificultad la costumbre cananea, no exenta de peligros: véanse Gn 35,4 (los ídolos enterrados junto a la encina de Siquén); 1 Cr 10,12; Ez 6,23. Esta noticia, la erección de una estela al parecer contra la prescripción de Dt 16,22 y la concepción de que la piedra "ha oído" pueden sugerir una notable antigüedad de la tradición aquí conservada. Siquén con un santuario del Señor, una estela conmemorativa y un árbol sagrado, lugar y recuerdo de una renovación histórica de la alianza, quizá lugar de otras renovaciones periódicas. Y en la cercanía el Hebal y el Garizín, resonadores de maldiciones y bendiciones para el pueblo.

24,23  Gn 35,2.

24,25 Éx 15,25.

24,28 Despachar a cada uno a  su heredad significa una vez más que la tarea de Josué está cumplida, que todas las familias tienen su casa y su terreno donde habitar.

24,29 Al principio del libro Moisés era el siervo del Señor, y Josué era sólo ministro de Moisés. Al morir, Josué es canonizado o declarado "siervo del Señor", como homenaje a una vida elegida y dedicada al cumplimiento de una misión.

24,30 La traducción griega añade aquí que enterraron con él los cuchillos de pedernal empleados para la circuncisión de los israelitas.

24,32 Véanse las noticias de Gn 50,25 (última voluntad de José); Ex 13,19 (Moisés toma los huesos de José); Gn 33,19 (compra del campo).

24,33 Con la muerte del sumo sacerdote Eleazar y la de Josué termina la segunda generación, aunque queden algunos ancianos supervivientes. Loma de Fineés no entraba en las localidades levíticas.

* = Loma.

JOSUÉ. CAPÍTULO 23.

Despedida de Josué.

231Habían pasado muchos años desde que el Señor puso fin a las hostilidades de Israel con sus enemigos fronterizos. Josué era ya de edad avanzada, 2y convocó a todo Israel, a los ancianos, cabezas de familias, jueces y alguaciles, y les dijo:
3-Yo ya soy viejo, de edad avanzada. Vosotros habéis visto cómo ha tratado el Señor, vuestro Dios, a todos esos pueblos ante vosotros; el Señor, vuestro Dios, es quien peleó contra ellos.
4<<Mirad: he sorteado como heredad para vuestras tribus a todos esos pueblos que quedan (aparte de los que aniquilé), desde el Jordán hasta el Mediterráneo, en Occidente. 5El Señor, vuestro Dios, os los quitará de delante y los desposeerá para que poseáis sus tierras, como os prometió el Señor, vuestro Dios.
6>>Animaos mucho a poner por otra todo lo prescrito en el libro de la Ley de Moisés, a no desviaros a derecha ni a izquierda, 7a no mezclaros con esos pueblos que quedan entre vosotros.
>>No invoquéis a sus dioses, ni juréis por ellos, ni les deis culto, ni os postréis ante ellos; 8al contrario, seguid unidos a vuestro Dios como habéis hecho hasta hoy.
9>>Así os ha quitado de delante pueblos grandes y fuertes, sin que nadie os haya resistido hasta hoy. 10Uno solo de vosotros puede perseguir a mil, porque el Señor, vuestro Dios, lucha por vosotros, como os ha prometido.
11>>Poned toda el alma en amar al Señor, vuestro Dios; 12pero si apostatáis y os unís a esos pueblos que quedan entre vosotros y emparentáis con ellos, si os mezcláis con ellos y ellos con vosotros, 13estad seguros de que el Señor, vuestro Dios, no os los volverá a quitar de delante; os serán lazo y trampa, látigo en el costado y espinas en los ojos, hasta que desaparezcáis de esa tierra magnífica que os ha dado el Señor, vuestro Dios.
14>>Yo emprendo hoy el viaje de todos. Reconoced de todo corazón y con toda el alma que noha dejado de cumplirse una sola de todas las promesas que os hizo el Señor, vuestro Dios. Todas se han cumplido, ni una sola ha dejado de cumplirse. 15Pues lo mismo que han venido sobre vosotros todas las bendiciones que os anunció el Señor, vuestro Dios, lo mismo enviará el Señor contra vosotros todas las maldiciones, hasta exterminaros de esta tierra magnífica que os ha dado el Serñor, vuestro Dios.
16>>Si quebrantáis el pacto que el Señor, vuestro Dios, os dio, y vais tras otros dioses rindiéndoles adoración, el Señor se encolerizará contra vosotros, y seréis expulsados inmediatamente de la tierra magnífica que os ha dado>>.

Explicación

23 En la composición unificada de este cuerpo histórico va poniendo en boca de personajes ilustres sendos discursos de despedida antes de morir: empezó Moisés dando ejemplo, le sigue Josué, continuará Samuel. Estos discursos tienen la función de recapitular los hechos precedentes y de abrirse a la visión del futuro; están escritos en un estilo muy semejante, con variación temática.

El presente discurso recoge de la vida de Josué dos temas: los pueblos de Canaán y la tierra ocupada; habla de "esos pueblos, esa tierra". El tema "esos pueblos" (hay que notar el énfasis del demostrativo repetido) va llevando el hilo del desarrollo: Dios ha eliminado a esos pueblos -yo os los he repartido - Dios seguirá eliminándolos - si emparentáis con ellos - no los eliminará. El tema de la tierra (tres veces con el adjetivo "magnífica" suena con tono pesimista, como si la realidad del destierro pesara sobre las palabras colocadas en boca de Josué, justificando desde tan larga distancia lo acaecido. El autor dice a sus contemporáneos: ya Josué nos avisó que la tierra se podía perder, que había que conservarla guardando la alianza. En la dinámica del libro, este discurso acompaña con resonancia ominosa los últimos días de Josué.

El discurso está dividido en dos partes desiguales por la repetición enfática del yo: vejez y muerte (v.2 y 14). La primera parte expone y amplifica el tema, la segunda avisa de la validez de estas palabras.

23,3-13 Esta sección está construida en forma de repetición paralela con una inversión significativa: a) beneficios de Dios y respuesta del pueblo en forma negativa - en forma positiva; b) beneficios de Dios - respuesta del pueblo en forma positiva - en forma negativa. Marcan el paralelismo palabras repetidas: los verbos yrsh y shmr y la partícula ki ´im; el cambio sucede en la función de la partícula, que la primera vez equivale a "al contrario, sino...", la segunda vez introduce una condicional "pero si...". Es decir, la condicional introduce como hecho futuro posible -no sólo como exhortación - la desobediencia, y desemboca en el final trágico de la pérdida de la tierra. El contraste está subrayado con la repetición del verbo dbq (= pegarse, unirse) referido al Señor en v.8, y a los pueblos cananeos en v.12.

Algunas repeticiones retóricas y una fórmula poética realzan el estilo del pasaje.

23,3 Haber visto es función de testigos del Señor: es un eco inconfundible de las palabras de Moisés al transmitir la oferta de la alianza, Ex 19,3. Lo que han visto es la intervención victoriosa del Señor en la guerra santa.

23,5 Esa acción tiene el carácter de cumplimiento de una promesa y prueba la fidelidad del Señor a su palabra.

23,6 Es precisamente la orden que ha recibido Josué al comienzo de su tarea, 1,7.

23,7 La cuádruple prohibición es enfática, deseando apartar toda relación con los dioses extraños.

23,10 Véase la fórmula en Lv 26,8; Dt 32,30; Is 30,17; Sal 90,7.

23,12 Vëase la prohibición de emparentar en Dt 7,3 y el hecho narrado en Gn 34, que emplean el mismo verbo (poco frecuente).

23,14-16 Como lo anterior estaba montado sobre la antítesis cumplimiento - incumplimiento, actitud fundamental del pueblo, lo que sigue está montado sobre la antítesis bendición - maldición (palabra buena y mala), actitud del Señor respecto a su palabra. Como fue fiel a las promesas, lo será a las amenazas, ambas contenidas en la alianza, como paga a la fidelidad o infidelidad del pueblo. La generación del destierro, que lee estas palabras como pronunciadas por Josué, comprende que no puede quejarse del Señor, que ha merecido el castigo. Pero también sabe, por otros profetas, que todavía quedan palabras buenas, promesas del Señor.

23,15 Dt 27-28

 

JOSUÉ. CAPÍTULO 22.

CONCLUSIÓN.

El altar de Transjordania

221Entonces Josué llamó a los de Rubén, a los de Gad y a los de la media tribu de Manasés, 2y les dijo:
-Obedecisteis las órdenes de Moisés, siervo del Señor, y a mí también me habéis obedecido en lo que os he mandado; 3no habéis abandonado a vuestros hermanos desde hace muchos años; habéis cumplido las órdenes que os dio el Señor, vuestro Dios. 4Pues bien, el Señor, vuestro Dios, ha dado ya el descanso a vuestros hermanos, como les había prometido. Así que vosotros marchaos a casa, a la tierra de vuestra propiedad, la que os dio Moisés, siervo del Señor, en Transjordania. 5Cumplid a la letra los mandatos y las leyes que os dio Moisés, siervo del Señor: amar al Señor, vuestro Dios, caminar por sus sendas, cumplir sus mandamientos y adherirse a él, sirviéndolo con todo el corazón y toda el alma.
6Josué les echó la bendición y los despidió. Ellos marcharon a sus casas.
7Moisés había dado tierras en Basán a media tribu de Manasés; a la otra media tribu le dio Josué tierras en medio de sus hermanos, en Cisjordania. También a éstos los despidió echándoles esta bendición:
8-Volved a casa llenos de riquezas, con rebaños abundantes, con plata y oro, con bronce y hierro y ropa abundante. Repartid con vuestros hermanos el botín tomado al enemigo.
9Los de Rubén, los de Gad y los de la media tribu de Manasés dejaron a los israelitas en Siló de Canaán y emprendieron la marcha hacia el país de Galaad, la tierra de su propiedad, que Moisés les había entregado por orden del Señor. 10Fueron a la zona del Jordán, en Canaán, y levantaron allí junto al Jordán, un altar grande, bien visible.
11Los israelitas se enteraron de que los de Rubén, los de Gad y los de la media tribu de Manasés habían levantado un altar frente al país de Canaán, en la zona del Jordán, al margen del territorio israelita, 12y reunieron la asamblea en Siló, para ir a luchar contra ellos.
13Les enviaron a Fineés, hijo del sacerdote Eleazar, 14con diez notables, uno por cada tribu de Israel, cabezas de familia. 15Se presentaron a los rubenitas, a los gaditas y a la media tribu de Manasés, del país de Galaad, y les dijeron:
16-Así dice la asamblea del Señor: <<¿Qué pecado es ése que habéis cometido contra el Dios de Israel, apostatando hoy del Señor, haciéndoos un altar, rebelándoos contra el Señor? 17¡Como si no nos bastara el crimen de Fegor, que no hemos logrado borrar de nosotros hasta hoy, y eso que vino un castigo a la comunidad del Señor! 18¡Vosotros habéis apostatado hoy del Señor! Y por rebelaros vosotros hoy contra el Señor, mañana estará encolerizado contra toda la comunidad de Israel. 19Si la tierra que os ha tocado está contaminada, pasaos a la propiedad del Señor, en la que está su santuario, y elegid una propiedad entre nosotros. Pero ¡no os rebeléis contra el Señor, no nos hagáis cómplices de vuestra rebeldía levantando un altar aparte del altar oficial del Señór, nuestro Dios! 20Cuando Acán hijo de Zéraj, pecó con lo consagrado, él pereció por su pecado; pero la ira de Dios alcanzó a toda la comunidad de Israel, y eso que se trataba de uno sólo>>.
21Los rubenitas, los gaditas y la media tribu de Manasés respondieron a los cabezas de familia de Israel:
22-¡El Señor, Dios de los dioses; el Señor, Dios de los dioses, lo sabe bien, y que Israel lo sepa! Si ha habido rebelión o pecado contra el Señor, que nos castigue hoy mismo. 23Si hemos hecho un altar para apostatar del Señor, para ofrecer en él holocaustos, presentar ofrendas y hacer sacrificios de comunión, que el Señor nos pida cuentas. 24Pero no. Lo hicimos con esta preocupación: el día de mañana vuestro hijos dirán a los nuestros: <<¿Qué tenéis que ver vosotros con el Señor, Dios de Israel? 25El Señor puso el Jordán como frontera entre nosotros y vosotros, los de Rubén y los de Gad. ¡No tenéis parte con el Señor!>>. Y así vuestros hijos alejarán a los nuestros del culto del Señor. 26Entonces nos dijimos: <<Vamos a hacernos un altar no para ofrecer holocaustos ni sacrificios de comunión, 27sino como testimonio entre vosotros y nosotros con nuestros sucesores de que seguiremos dando culto al Señor en su templo con nuestros holocaustos y sacrificios de comunión>>. Que el día de mañana no digan vuestros hijos a los nuestros: <<No tenéis parte con el Señor>>. 28Nos dijimos: <<Si el día de mañana nos dicen algo a nosotros y a nuestros sucesores, les diremos: "Fijaos en la forma de ese altar del Señor que hicieron nuestros padres: no sirve para holocaustos ni sacrificios de comunión, sino como testimonio entre vosotros y nosotros">>. 29Ni pensar en rebelarnos contra el Señor ni en apostatar hoy del Señor levantando un altar para ofrecer holocaustos, presentar ofrendas y sacrificios de comunión fuera del altar del Señor, nuestro Dios, que está en su santuario.
30Cuando el sacerdote Fineés, los notables de la comunidad y los cabezas de familia israelitas que lo acompañaban oyeron la explicación de los rubenitas, los gaditas y la media tribu de Manasés, les pareció bien. 31Y Fineés, hijo del sacerdote Eleazar, dijo a los rubenitas, a los gaditas y a la media tribu de Manasés:
-Ahora sabemos que el Señor está entre nosotros, porque no habéis cometido ese pecado contra él. Habéis librado a los israelitas del castigo del Señor.
32Luego el sacerdote Fineés, hijo de Eleazar, y los notables dejaron a los rubenitas, a los gaditas y a la media tribu de Manasés en el país de Galaad, y se volvieron al país de Canaán, a los israelitas, y les informaron de lo ocurrido. 33El informe convenció a los israelitas. Bendijeron al Señor, Dios de Israel, y no se habló más de subir contra ellos en plan de guerra para asolar la zona donde se habían instalado los rubenitas y los gaditas.
34Estos llamaron a aquel altar <<Altar del Testimonio>>, explicando:
-Nos servirá de testimonio de que el Señor es Dios.

Explicación.

El Jordán sigue siendo un problema más teológico que geográfico en el libro. El tema se anunció ya en el primer capítulo, reapareció lógicamente en el paso del Jordán, retornó en el reparto de la tierra y se cierra aquí. ¿Es el Jordán el límite teológico de la tierra prometida? ¿Es la Transjordania tierra extranjera, "profana"? La referencia repetida a Moisés da una primera respuesta: el reparto que él hizo mantiene su valor jurídico y prueba que aquéllos son territorios israelitas.
22,1-6 Despedida y retorno. El fragmento insiste en "lo mandado" (tres veces el verbo y dos veces el sustantivo): en el mandato se ponen en línea Moisés y Josué, remotándose a Dios mismo; hasta ahora ha cumplido los mandatos y deberá seguir cumpliéndolos. El cumplimiento de esos mandatos ha sido el mérito de las tribus transjordanas y será su tarea: el tema se repite en forma positiva y negativa, con diversos verbos. Josué pasa del testimonio a la exhortación. La acumulación de verbos expresando la fidelidad, en el v.5, es de estilo deuteronómico.

22,7-9 Hay una enumeración septenaria de bienes requisados al enemigo entre los cuales figura anacrónicamente el hierro. El reparto del botín responde a la norma de Nm 31, suponiendo que estos hermanos son soldados de intendencia; pero podría tratarse de los soldados en la lucha; entonces el verbo insinuaría un reparto equitativo entre los guerreros, por encima de la suerte o habilidad de cada grupo.

22,9 La terminología está bien marcada: pais de Canaán = Cisjordania, país de Galaad = Transjordania. El verso es conclusivo en ese remontarse a Moises y a Dios, y podría ser el final de la historia.

22,10-12 El incidente del altar hace que no sea el final. En rigor, éste es el tema del capítulo, como lo muestra la fórmula "levantar un altar", repetida siete veces.

El texto no deja claro si el altar se construye en Cisjordania o en Transjordnaia -en cualquier caso, se erige junto al Jordán-. Si es auténtica la indicación "en Canaán", según la terminología establecida se trata de Cisjordania; lo cual indicaría una cabeza de puente en territorio de Benjamín, vigilando uno de los vados del Jordán (véase Jue 12,1-6); nada se ha dicho de tal enclave en el reparto. Si consideramos dicha nota como gloa inexacta, el altar se encontraría en Transjordania, bien visible, por sus proporciones, desde el otro lado; casi un desafío para algunos que se asoman a mirarlo.

Porque la narración presupone el principio de un único altar central, por entonces en Siló -al no hablar de Jerusalén ni emplear la fórmula clásica "el lugar que elija el Señor", el texto no supone la centralización cúltica de Josías-. Supuesto el único altar central, todo otro altar está erigido en honor y al servicio de otra divinidad, es, por tanto, idolatría, apostasía, constituye casus belli. Todo ello revela la idea de un Israel unificado fuertemente por el vínculo religioso: el pueblo lleva el nombre de asamblea, comunidad (v.12.16.17.18.20.30), título sacro dominante en documentos posteriores.

La guerra sería una expedición punitiva entre hermanos, como la que narra Jue 20. Pero antes de pelear, tienen el buen sentido de parlamentar, lo cual permitiría al autor fabricar dos discursos en que se expone la teología del problema.

22,13-15 Este sacerdote, es nieto de Aarón, representa la tercera generación; el nombre se perpetuará en la familia hasta tiempos de Samuel. Dirige la embajada un sacerdote por tratarse de un asunto cúltico. El número diez supone que la media tribu de Manasés de Cisjordania también está representada.

22,16-20 El discurso de los delegados es a la vez interrogatorio, acusación y exhortación, y presenta una estructura coherente. El paralelismo estructural está subrayado por varias repeticiones y correspondencias de frases y palabras.

Punto teológico capital es la solidaridad o responsabilidad colectiva: Israel es una asamblea unitaria, el delito de un grupo es delito de todos, el castigo alcanza a toda la comunidad, los dos casos citados lo aprueban. El delito se define en términos consabidos y en términos poco frecuentes fuera de este pasaje: el primero - (m´l) es favorito de escritos emparentados con la escuela sacerdotal, el segundo "apostasia" (shub me´ahare), y el tercero "rebelión" (mrd) son característicos de este capítulo.

22,16 El título "Dios de Israel" tiene en este pasaje particular importancia, porque señala desde el principio la unidad religiosa de todas las tribus y alude a la alianza. Es lógico que los delegados no definan a quién está dedicado el altar, es bastante declarar el hecho como apostasía y rebeldía. El nombre de Yhwh (Señor) cerrando tres de las cuatro cláusulas subraya con su rima el sentido.

22,17 Véase la narración de Nm 25. Allí se dice que Fineés expió por los israelitas y que había apartado la cólera del Señor. El término hebreo para borrar el pecado (t\\hr) es de estirpe cúltica: quiere decir que el delito cometido en Belfegor -acoplarse sexualmente con la divinidad- imposibilita a toda la comunidad para el culto al Señor.

22,18 El verso central, en sus tres cláusulas, resume los elementos del discurso, apostasia, rebelión, ira de Dios.

22,19 Sigue el lenguaje cúltico con el término "contaminada" (tm´). La idea se puede comprender leyendo Lv 24,30: los pueblos que habitaban la tierra de Canaán han contaminado el territorio con sus abominables prácticas sexuales, por lo cual la tierra misma los vomita. La contaminación cúltica es algo que se agarra a la tierra como un contagio, y que no es fácil de extirpar. Por eso es concebible que la tierra asignada por Moisés como tierra prometida, haga aparecer más tarde una contaminación arraigada, que incapacita para el culto al Señor. En tal caso, mejor es abandonar esa tierra y pasar a otra consagrada por la presencia del Señor en su santuario.

22,20 El texto es dudoso, como muestran las traducciones antiguas. Según el capítulo 7, Acán muere con su familia, pero antes habían caído varios israelitas al asaltar Ay.

22,21-29 La respuesta rebate todos los cargos explicando el sentido del altar. Para más claridad lo harán en forma negativa y positiva, repitiéndolo. Si los delegados habían repetido tantas veces el nombre del Señor, ellos los ganarán con largo margen. El altar ha de ser signo y medio de unión, no de separación, pues por él invocarán todas las tribus en nombre del Señor.

La respuesta está también estructurada. Un doble juramento la enmarca, 21-23 y 29. El cuerpo esetá construido en un calculado juego de previsiones condicionales del futuro, montadas sobre la repetición siete veces del verbo ´mr, que significa pensar y decir; se poddría esquematizar así "nos dijimos: si dicen - les diremos - y ya no dirán; nos dijimos: si dicen - les diremos"; en el original la serie resulta en movimiento alterno y disposición quiástica. Según costumbre, la pieza central es la clave: se trata de una doble negación, equivalente a una robusta afirmación "no dirán: "no tenéis parte". Realmente de eso se trata, de tener parte con las demás tribus, de participar con ellas en el culto común al Señor, de superar la barrera física del Jordán y la barrera espiritual de una excomunión.

Otro juego importante subraya el tema: en hebreo suenan muy parecidas las dos fórmulas "vuestros hijos - nuestros hijos" y "entre nosotros y vosotros" (banêkem-banenu, bênênu-bênekêm). Esas dos fórmulas, que llevan ya una inversión, se suceden en rigurosa alternancia, tres veces pronunciadas por vosotros, tres veces por nosotros.

22,31 En su respuesta parecen recoger toda la tensión de los versos precedentes resolviéndola en el enunciado "el Señor entre nosotros".

22,34 Falta el título del altar en el texto hebreo. Según Ex 17,15 Moisés erige un altar y lo llama "Señor, mi estandarte"; éste podría llamarse "Señor, nuestro testigo" o algo parecido.