domingo, 18 de junio de 2017

JOSUÉ. CAPÍTULO 11.

La campaña del Norte 

111Cuando se enteró Yabín, rey de Jasor, mandó mensajeros a Yobab, rey de Madón, al rey de Simerón, al de Axaf 2y a los reyes del norte de la montaña y del páramo, al sur de Genesaret, de la Sefela y del distrito de Dor, junto al mar, 3a los cananeos de levante y poniente, a los amorreos, hititas y fereceos, a los jebuseos de la montaña y a los heveos al pie del Hermón, en la región de Mispá*. 4Salieron con todos sus ejércitos, una tropa numerosa como la arena de la playa, muchísimos caballos y carros. 5Se aliaron todos aquellos reyes, y todos juntos fueron a acampar cerca del arroyo de Merón para luchar contra Israel.
6El Señor dijo a Josué:
-No les tengas miedo, que mañana, a estas horas, a todos ellos los haré caer ante Israel; les desjarretarás los caballos y les quemarás los carros.
7Josué y sus soldados marcharon contra ellos hacia el arroyo de Merón y cayeron sobre ellos de repente. 8El Señor se los entregó a Israel, que los derrotó y persiguió hasta la capital de Sidón, Misrepot Maym* y la parte oriental del valle de Mispá. Los desbarataron hasta que no quedó un superviviente.
9Josué los trató como había dicho el Señor: les desjarretó los caballos y les quemó los carros. 10Luego se volvió, se apoderó de Jasor y ajustició a su rey (Jasor era desde antiguo la capital de aquellos reinos), 11y pasó a cuchillo a todos sus habitantes, consagrándolos al exterminio; no quedó uno vivo. A Jasor la incendió.
12Josué se apoderó de todas aquellas poblaciones y sus reyes; los pasó a cuchillo, consagrándolos al exterminio, como había ordenado Moisés, siervo del Señor. 13Pero no incendiaron los israelitas las ciudades emplazadas sobre montículos; la única excepción fue Jasor, incendiada por Josué. 14Se llevaron todo su botín y el ganado; sólo pasaron a cuchillo a las personas, no dejando una viva.
15Lo que el Señor había ordenado a su siervo Moisés, éste se lo ordenó a Josué y Josué lo cumplió; no descuidó nada de cuanto el Señor había ordenado a Moisés.
16Así fue como se apoderó Josué de todo el país; de la montaña, el Negueb, la región de Gosén, la Sefela y el páramo, la montaña de Israel y su llanura, 17desde el Monte Jalac*, que sube hacia Seír, hasta Baalgad, en el valle del Líbano, al pie del Monte Hermón. Se apoderó de todos sus reyes y los ajustició.
21Josué aniquiló a los enaquitas de la montaña, Hebrón, Debir, Anab, los montes de Judá y los montes de Israel. Los exterminó con sus poblaciones. 22No quedaron enaquitas en territorio de Israel; sólo en Gaza, gat y Asdod quedaron algunos.
23Josué se apoderó de todo el país, como el Señor había dicho a Moisés. Y se lo dio a Israel en heredad, repartiéndolo en lotes. El país quedó en paz.

Explicación.

11,1-15 Geografía. Nos encontramos en la zona septentrional de Palestina. Si tomamos como orientación la línea del Jordán desde el lago Hule hasta el sur del lago de Genesaret, encontramos a pocos kilómetros al suroeste de Hule la capital de Jasor, un poco más al sur y al oeste la localidad de Merón, por donde pasa el arroyo del mismo nombre, que desemboca en el lago Genesaret; a media altura de este lago, a pocos kilómetros de la orilla se encuentra Madón. En la costa se encuentra Dor, unos 20 kilómetros al sur del Carmelo; unos 30 kilómetros al norte está la localidad Misrefot Mayim (Las Burgas). Acsaf está un poco al NE de Jafa; Simerón en la llanura de Esdrelón, no lejos de Nazaret. Se aprecia cierta unidad geográfica al este, con una expansión hacia la costa.

Historia. Ya hemos visto que las coaliciones son cosa verosímil. La arqueología ha confirmado la importancia de Jasor y su destrucción en el siglo XIII. Una tradición antigua recuerda la coalición septentrional y una derrota por sorpresa. Pero es del todo inverosímil que esto sucediera durante una primera penetración de Israel, bajo el mando de Josué.

Aspecto literario. Con un par de datos de la antigua tradición el autor posterior ha compuesto su capítulo: introduciendo a Josué, ampliando la extensión, empleando fórmulas que muestren el paralelismo con el capítulo precedente. Así resulta una campaña septentrional haciendo juego con la meridional; pero la del sur estaba justificada por la penetración de Israel, la del norte no está justificada en su puesto actual.

11,2 La mención de un Negueb y una Sefela en estas latitudes suena extraña. habría que dar a las palabras su sentido etimológico, páramo o desierto, y zona de colinas.

11,3 La mención aparte de los cananeos podría indicar un predominio de población cananea al norte; en cambio es raro encontrar jebuseos al norte, siendo su pequeño territorio un círculo en torno a Jerusalén. Mispa es nombre común a varias localidades, debido a sus condiciones geográficas. * = Atalalya.

11,4 Expresión proverbial: Gn 22,17; 32,13; Jue 7,12; 1 Sm 13,5; Is 10,22; Sal 139,18. El elemento nuevo son los carros de combate tirados por caballos; arma temida por los israelitas. Pero a Israel no se le permite hacerse con esas armas. Dt 17,16, y el salmo 20,8 dice: "Unos confían en sus carros, otros en su caballería; nosotros invocamos el nombre del Señor Dios nuestro". Una persecución hasta Sidón, arriba en el Líbano, es exageración manifiesta.

11,5 Sal 83.

11,6 Dt 17,16.

11,8 * = Caldas.

11,11 Salomón la reconstruyó y la hizo una de sus plazas fuertes, 1 Re 9,15.

11,15-23 En esta recapitulación, obra del autor posterior, hay un claro esfuerzo de generalizar, que exagera el aspecto militar. Muchos indicios muestran que la ocupación de los israelitas fue, en gran parte, pacífica; es decir, comenzó por la montaña no ocupada y se fue extendiendo paulatinamente; pero también es cierto que su presencia provocó recelos y ataques, de modo que los nuevos colonizadores tuvieron que defenderse más de una vez con las armas. Así, entre alguna campaña inicial y otras provocadas por la población local, Israel se fue imponiendo, hasta que asimiló o eliminó a las demás poblaciones. Para el autor esto era designio de Dios, y para nosotros también (en sentido simbólico): por Israel establecido en Palestina iba a caminar la historia de la salvación.

De hecho, más de una población siguió en convivencia pacífica con Israel; el autor simplifica también este aspecto, exceptuando sólo a los gabaonitas. Aquí ensaya una explicación teológica (como otras que suministrará a lo largo de su gran obra). Se trata del endurecimiento o "empedernimiento". El autor también simplifica los datos trazando el siguiente proceso:

1. Mandato de Dios a Moisés.
2. Endurecimiento de la población.
3. Resistencia a Israel.
4. Derrota y destrucción.

Así se cierra un círculo férreo, en el que triunfa la soberanía de Dios en la historia; Dios es autor de todo, también del endurecimiento humano, y lo hace con una finalidad definida. De este modo hablan muchos textos del Antiguo Testamento; otros se fijan más bien en la acción humana: se trata de una negativa sucesiva del hombre a la oferta o exigencia de Dios, que va creciendo en proceso dialéctico, hasta que el hombre cae víctima de su mismo endurecimiento, incapaz de romper su constricción. Esta segunda visión acentúa la responsabilidad humana y completa la primera. El endurecimiento es progresivo y suele presuponer varios actos que han cuajado en una actitud. Se podría seguir preguntando: ¿por qué ha decidido Dios su destrucción? Otros textos respnderán que por sus pecados y abominaciones.

En todo caso, sea el designio de Dios, sea la capacidad humana de negarse, son dos realidades terribles, que no deberíamos domesticar o reducir a dimensiones humanas razonables; es decir, al alcance de nuestra razón.

11,15 Josué sigue en la dimensión de ejecutor de órdenes, continuando la obra de Moisés; a lo largo de la historia también Josué ha recibido órdenes concretas del Señor, se supone que actualizando las transmitidas por Moisés.

11,16-17 La enumeración de los territorios merdionales es más explícita. La montaña de Seír es el territorio de Edom, al sur del Mar Muerto.

11,17 * = Pelado.

11,18 Esta noticia contrarresta la impresión dejada por 10,42.

11,20 * = Ex 4,21.

11,21-22 Los enaquitas son una raza de gigantes que asoma repetidas veces en las páginas del Antiguo Testamento: Nm 13,22.28 (episodio de los exploradores); Dt 1,28; 9,2. Otras tradiciones sobre su destrucción se leen en Jos 14,12-15; 15,13, Jue 1,20. Sólo quedan en el territorio que pronto será filisteo.

11,23 El verso es una síntesis de lo que sigue. La fórmula final retornará en Jue 3, 11.30; 5,31; etc.

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