domingo, 18 de junio de 2017

JOSUÉ. CAPÍTULO 13.

REPARTO DE LA TIERRA

131Josué era viejo, de edad avanzada, y el Señor le dijo:
-Eres ya viejo, de edad avanzada, y queda aún mucha tierra por ocupar, 2toda la parte filistea y todo Guesur; 3desde el Sijor, en tierra de Egipto, hasta el término de Ecrón, al norte, zona considerada como cananea; más a los cinco principados filisteos (Gaza, Asdod, Ascalón, Gat, Ecrón) y los heveos 4del sur, todo el país cananeo, desde la Cueva de los Fenicios hasta Afec*, hasta la frontera de los amorreos; 5todo el país de Biblos y el Líbano oriental, desde Baalgad, al pie del Hermón, hasta el Paso de Jamat. 6Yo expulsaré ante los israelitas a todos los habitantes de la montaña, desde el Líbano hasta Misrepot Maym*, y a todos los fenicios. Tú tienes sólo que repartir por suertes a Israel su heredad, como te he mandado. 7Así pues, reparte esta tierra en heredad entre las nueve tribus y la media tribu de Manasés.

Transjordania

8La otra media tribu de Manasés, los de Rubén y los de Gad habían recibido ya la heredad que les había asignado en Transjordania Moisés, siervo del Señor: 9desde Aroer a la orilla del Arnón, con el pueblo que hay en mitad de la vaguada, toda la llanura de Mandaba hasta Dibón, 10y todas las ciudades de Sijón, rey amorreo que reinaba en Jesbón, hasta la frontera de los amonitas, 11más Galaad, el territorio de los guesureos y macateos, todo el Hermón y todo el Basán hasta Salcá, 12y todo el reino de Og de Basán, que reinaba en Astarot y Edrey, y era uno de los últimos refaimitas a los que Moisés derrotó y expulsó. 13(En cambio, los israelitas no pudieron expulsar a los guesureos y macateos, que han seguido viviendo en medio de Israel hasta hoy).
14Sólo a la tribu de Leví no le asignó Moisés una heredad; el Señor, Dios de Israel, es su heredad, como les había prometido.
15A la tribu de Rubén le asignó Moisés, por clanes, una heredad cuyo territorio era: 16desde Aroer a la orilla del Arnón, con el pueblo que hay en mitad de la vaguada, toda la llanura de Madabá; 17Jesbón y todos los pueblos de la llanura, Dibón y alturas de Baal, Bet Baal, Maón, 18Yasá, Cademot, Mepaat*,  19Quiriataym*, Sibmá y Séret Sajar, en el monte y en el valle, 20Bet Fegor, las estribaciones del Fasga y Bet Yesimot; 21todos los pueblos de la llanura y todo el reino de Sijón, rey amorreo que reinaba en Jesbón, al que derrotó Moisés, con Eví, Requen, Sur, Hur y Reba, jefes madianitas vasallos de Sijón que vivían en el país. Al adivino Balaán, hijo de Beor, lo acuchillaron los israelitas con los demás,. 23Así que el territorio de los rubenitas fue el Jordán y su ribera. Esa fue, con sus pueblos y alquerías, la heredad de los rubenitas, repartida por clanes.
24A la tribu de Gad (a los gaditas) le asignó Moisés, por clanes, 24una heredad cuyo territorio comprendía: Jezer, todos los pueblos de Galaad, la mitad del país amonita, hasta Aroer, frete a Rabat, 26y a partir de Jesbón hasta Ramat Hammispe* y Betonim, desde Majnaym* hasta los términos de Lodabar*. 27En el valle: Bet Haram* y Bet Nimrá*, Sucot* y Safón, lo que quedaba del reino de Sihón, rey de Jesbón. El Jordán servía de límite hasta la orilla del Mar de Galilea en Transjordania. 28Esa fue, con pueblos y alquerías, la heredad de los gaditas, por clanes.
29A la media tribu de Manasés le había asignado Moisés, por clanes, 30una heredad cuyo territorio comprendía desde Majanaim, todo Basán, todas las villas de Yair en Basán: sesenta poblaciones. 31Medio Galaad, Astarot y Edrey, ciudades del reino de Og de Basán, les tocaron a los mauiritas de Manasés (media tribu de Manasés), por clanes. 32Esa fue la tierra que Moisés repartió en herencia en las etapas de Moab, en Transjordania, al este de Jericó. 33A la tribu de Leví no le asignó heredad. El Señor, Dios de Israel, es su heredad, como les había prometido. 

Explicación.

Comienza la segunda parte del libro, que trata del reparto de la tierra. A una primera lectura, un catálogo de nombre geográficos, bastante indigesto, ni siquiera agraciado con un poco de disposición esquemática. Esta permitiría la consulta fácil, ya que los capítulos difícilmente invitan a la lectura.

El que no tenga interés geográfico muy intenso, el viajero de grupos turísticos, de Bedekker o Guide Bleu, prescindirá de la confusa enumeración bíblica a favor de una selección moderna bien dispueseta; el que se interese por la geografía, encuentra en estos capítulos más problemas de estudio que respuestas claras. ¿Qué hacer entonces con estos capítulos? Podemos intentar descubrir primero los materiales empleados por el autor y examinar después la intención de su composición.

Materiales. a) Al parecer, el autor usa una lista de fronteras y una lista de poblaciones. La primera intenta definir los límites de cada tribu; el trazado no es geométrico (como el de Ezequiel 40ss), hay repeticiones e incoherencias. Hace pensar en una lista antigua, cuando las tribus se habían consolidado en su diversidad dentro del territorio de Palestina y todavía no eran una monarquía unificada. La lista expresa una conciencia de unidad y totalidad, pretensión de derecho de propiedad más que el dominio actual del territorio delimitado. Simeón todavía conserva su autonomía y Leví ya ha desaparecido como tribu profana; el desdoblamiento de Manasés no turba el número doce. 

b) La segunda es una lista de poblaciones. La lista es detallada y parece aspirar a ser completa en las tribus del sur, es fragmentaria en las tribus del norte, falla en las tribus del centro. Esto hace pensar en una serie de listas, más o menos completas, mejor o peor consevadas, que el autor ha compuesto para formar una serie íntegra. Así se explican algunas repeticiones e incoherencias. Es posible, y aun probable, que ya en tiempos antiguos se hayan comenzado a compilar dichas listas y que hayan ido creciendo; por otra parte es muy fácil añadir nombres a una lista ya existente. ¿Cuándo terminó este proceso de crecimiento? Es de suponer que la suerte del reino septentrional fuese diversa de la del reino meridional; para éste podríamos pensar en una época cercana al destierro.

En esta visión estilizada confluyen muchas experiencias posteriores y algo de la predicación profética. Ante todo conviene comparar esta economía con la patriarcal. Abrahán, Isaac y Jacob se mueven con inmensos rebaños, buscando pozos y zonas de pastos. Su riqueza no priva a otros, sino que acrece el valor de una tierra poco poblada. Cuando los israelitas se asientan en Palestina, sólo un reparto equitativo puede asegurar el bienestar mínimo de todos. Ya no es bendición la riqueza individual, porque la acumulación de tierras y posesiones sólo se consigue a cuenta de los demás, despojando o explotando. Sobre el fondo de un reparto igualiltario adquieren sentido y fuerza relatos como el de Nabot (1 Re 21), el episodio de la viuda (2 Re 8,1-6), muchas denuncias proféticas, como la clásica de Is 5,8 o Miq 2,2. Este es el fondo del importante Sal 37. Se puede invertir la explicación y decir que la triste experiencia histórica se decanta y cristaliza en esta visión ideal proyectada en el pasado.

c) Se trata de una visión teológica, algo idealizada respecto a la realidad, pero más profunda que la simple experiencia de cultivar un campo. La concepción con su constelación de términos técnicos pasa a la literatura profética, en sentido propio y figurado, a las visiones escatológicas, y se conserva con gran vitalidad en el Nuevo Testamento. De la traducción griega de Irzg, klhros suerte, procede nuestra palabra clero y sus derivados. Los extraños capítulos del libro de Josué suministran un fondo realista a un aspecto importante de la teología del Nuevo Testamento.

El capítulo comienza, como es debido, por las tribus de Transjordania, aunque ello obligue a repetir cosas de Nm 32.

13,1-7 Estos versos forman una introducción compuesta: por una parte van los versos 1 y 7; entre ellos hay una inserción. El marco habla de la vejez de Josué, de la que se sigue la urgencia de completar su misión histórica repartiendo la tierra. El dato de la vejez concuerda con la nota de 11,18 y quizá con 14,10, pues se puede suponer que Josué fuera coetáneo de Caleb. Como el tema de la vejez se repite en 23,1, el reparto aparece como un bloque inserto en medio de dos noticias iguales. Al introducir entre 1 y 7 los otros versos, se subraya la urgencia de completar el reparto de la tierra, aunque la conquista todavía no haya terminado.

13,2-3 Ya están presentes en la costa los grandes rivales de Israel, que serán sometidos en tiempo de David y se vengarán dando su nombre al país, Palestina. Al parecer proceden de Asia Menor, a través de Chipre, y están organizados en una pentápolis.

13,4 * = El cerco.

13,4-6 Los territorios del norte corresponden al imperio de David y Salomón; es decir, se trata de reinos vasallos, no de territorio nacional israelitas.

13,6 * = Caldas.

13,11-13 Con los guesureos hará David una alianza matrimonial (2 Sm 3,3); a los makateos los someterá como vasallos, 2 Sm 10,6-8.

13,14 La noticia se repite en 13,33; 14,3-4 y 18,7. Quiere decir que los levitas han de vivir del culto, como explica Nm 18,20-32 y Dt 10.8-9. El libro de Josué va cumpliendo lo que manda el Dt por mano del autor final. De esta disposición se siguen obligaciones graves para los israelitas, como indican Dt 12,12; 14,27-29; 26,13. Con todo, hay que comparar esta noticia con el cap.21 del libro.

13,18 * = Fuenteclamor.

13,19 * = Dosvillas.

13,21-22 La noticia coincide casi con Nm 31,8, que implica a Balaán con los cinco reyes de la confederación madianita, como instigadores del delito de Baal Fagor (Nm 31,16). Muy diversa es la figura de Balaán en Nm 23-24, cantor por imposición divina de las glorias futuras de Israel.

13,26 * = Altos de Atalaya; Los Castros; Pocacosa.

13,27 * = Casa Alta; Casapantera; Cabañas.

13,31 Sobre Maquir véase la genealogía de Gn 50,23.

13,33 Véase el v.14 con su nota.
 

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