domingo, 18 de junio de 2017

JOSUÉ. CAPÍTULO 22.

CONCLUSIÓN.

El altar de Transjordania

221Entonces Josué llamó a los de Rubén, a los de Gad y a los de la media tribu de Manasés, 2y les dijo:
-Obedecisteis las órdenes de Moisés, siervo del Señor, y a mí también me habéis obedecido en lo que os he mandado; 3no habéis abandonado a vuestros hermanos desde hace muchos años; habéis cumplido las órdenes que os dio el Señor, vuestro Dios. 4Pues bien, el Señor, vuestro Dios, ha dado ya el descanso a vuestros hermanos, como les había prometido. Así que vosotros marchaos a casa, a la tierra de vuestra propiedad, la que os dio Moisés, siervo del Señor, en Transjordania. 5Cumplid a la letra los mandatos y las leyes que os dio Moisés, siervo del Señor: amar al Señor, vuestro Dios, caminar por sus sendas, cumplir sus mandamientos y adherirse a él, sirviéndolo con todo el corazón y toda el alma.
6Josué les echó la bendición y los despidió. Ellos marcharon a sus casas.
7Moisés había dado tierras en Basán a media tribu de Manasés; a la otra media tribu le dio Josué tierras en medio de sus hermanos, en Cisjordania. También a éstos los despidió echándoles esta bendición:
8-Volved a casa llenos de riquezas, con rebaños abundantes, con plata y oro, con bronce y hierro y ropa abundante. Repartid con vuestros hermanos el botín tomado al enemigo.
9Los de Rubén, los de Gad y los de la media tribu de Manasés dejaron a los israelitas en Siló de Canaán y emprendieron la marcha hacia el país de Galaad, la tierra de su propiedad, que Moisés les había entregado por orden del Señor. 10Fueron a la zona del Jordán, en Canaán, y levantaron allí junto al Jordán, un altar grande, bien visible.
11Los israelitas se enteraron de que los de Rubén, los de Gad y los de la media tribu de Manasés habían levantado un altar frente al país de Canaán, en la zona del Jordán, al margen del territorio israelita, 12y reunieron la asamblea en Siló, para ir a luchar contra ellos.
13Les enviaron a Fineés, hijo del sacerdote Eleazar, 14con diez notables, uno por cada tribu de Israel, cabezas de familia. 15Se presentaron a los rubenitas, a los gaditas y a la media tribu de Manasés, del país de Galaad, y les dijeron:
16-Así dice la asamblea del Señor: <<¿Qué pecado es ése que habéis cometido contra el Dios de Israel, apostatando hoy del Señor, haciéndoos un altar, rebelándoos contra el Señor? 17¡Como si no nos bastara el crimen de Fegor, que no hemos logrado borrar de nosotros hasta hoy, y eso que vino un castigo a la comunidad del Señor! 18¡Vosotros habéis apostatado hoy del Señor! Y por rebelaros vosotros hoy contra el Señor, mañana estará encolerizado contra toda la comunidad de Israel. 19Si la tierra que os ha tocado está contaminada, pasaos a la propiedad del Señor, en la que está su santuario, y elegid una propiedad entre nosotros. Pero ¡no os rebeléis contra el Señor, no nos hagáis cómplices de vuestra rebeldía levantando un altar aparte del altar oficial del Señór, nuestro Dios! 20Cuando Acán hijo de Zéraj, pecó con lo consagrado, él pereció por su pecado; pero la ira de Dios alcanzó a toda la comunidad de Israel, y eso que se trataba de uno sólo>>.
21Los rubenitas, los gaditas y la media tribu de Manasés respondieron a los cabezas de familia de Israel:
22-¡El Señor, Dios de los dioses; el Señor, Dios de los dioses, lo sabe bien, y que Israel lo sepa! Si ha habido rebelión o pecado contra el Señor, que nos castigue hoy mismo. 23Si hemos hecho un altar para apostatar del Señor, para ofrecer en él holocaustos, presentar ofrendas y hacer sacrificios de comunión, que el Señor nos pida cuentas. 24Pero no. Lo hicimos con esta preocupación: el día de mañana vuestro hijos dirán a los nuestros: <<¿Qué tenéis que ver vosotros con el Señor, Dios de Israel? 25El Señor puso el Jordán como frontera entre nosotros y vosotros, los de Rubén y los de Gad. ¡No tenéis parte con el Señor!>>. Y así vuestros hijos alejarán a los nuestros del culto del Señor. 26Entonces nos dijimos: <<Vamos a hacernos un altar no para ofrecer holocaustos ni sacrificios de comunión, 27sino como testimonio entre vosotros y nosotros con nuestros sucesores de que seguiremos dando culto al Señor en su templo con nuestros holocaustos y sacrificios de comunión>>. Que el día de mañana no digan vuestros hijos a los nuestros: <<No tenéis parte con el Señor>>. 28Nos dijimos: <<Si el día de mañana nos dicen algo a nosotros y a nuestros sucesores, les diremos: "Fijaos en la forma de ese altar del Señor que hicieron nuestros padres: no sirve para holocaustos ni sacrificios de comunión, sino como testimonio entre vosotros y nosotros">>. 29Ni pensar en rebelarnos contra el Señor ni en apostatar hoy del Señor levantando un altar para ofrecer holocaustos, presentar ofrendas y sacrificios de comunión fuera del altar del Señor, nuestro Dios, que está en su santuario.
30Cuando el sacerdote Fineés, los notables de la comunidad y los cabezas de familia israelitas que lo acompañaban oyeron la explicación de los rubenitas, los gaditas y la media tribu de Manasés, les pareció bien. 31Y Fineés, hijo del sacerdote Eleazar, dijo a los rubenitas, a los gaditas y a la media tribu de Manasés:
-Ahora sabemos que el Señor está entre nosotros, porque no habéis cometido ese pecado contra él. Habéis librado a los israelitas del castigo del Señor.
32Luego el sacerdote Fineés, hijo de Eleazar, y los notables dejaron a los rubenitas, a los gaditas y a la media tribu de Manasés en el país de Galaad, y se volvieron al país de Canaán, a los israelitas, y les informaron de lo ocurrido. 33El informe convenció a los israelitas. Bendijeron al Señor, Dios de Israel, y no se habló más de subir contra ellos en plan de guerra para asolar la zona donde se habían instalado los rubenitas y los gaditas.
34Estos llamaron a aquel altar <<Altar del Testimonio>>, explicando:
-Nos servirá de testimonio de que el Señor es Dios.

Explicación.

El Jordán sigue siendo un problema más teológico que geográfico en el libro. El tema se anunció ya en el primer capítulo, reapareció lógicamente en el paso del Jordán, retornó en el reparto de la tierra y se cierra aquí. ¿Es el Jordán el límite teológico de la tierra prometida? ¿Es la Transjordania tierra extranjera, "profana"? La referencia repetida a Moisés da una primera respuesta: el reparto que él hizo mantiene su valor jurídico y prueba que aquéllos son territorios israelitas.
22,1-6 Despedida y retorno. El fragmento insiste en "lo mandado" (tres veces el verbo y dos veces el sustantivo): en el mandato se ponen en línea Moisés y Josué, remotándose a Dios mismo; hasta ahora ha cumplido los mandatos y deberá seguir cumpliéndolos. El cumplimiento de esos mandatos ha sido el mérito de las tribus transjordanas y será su tarea: el tema se repite en forma positiva y negativa, con diversos verbos. Josué pasa del testimonio a la exhortación. La acumulación de verbos expresando la fidelidad, en el v.5, es de estilo deuteronómico.

22,7-9 Hay una enumeración septenaria de bienes requisados al enemigo entre los cuales figura anacrónicamente el hierro. El reparto del botín responde a la norma de Nm 31, suponiendo que estos hermanos son soldados de intendencia; pero podría tratarse de los soldados en la lucha; entonces el verbo insinuaría un reparto equitativo entre los guerreros, por encima de la suerte o habilidad de cada grupo.

22,9 La terminología está bien marcada: pais de Canaán = Cisjordania, país de Galaad = Transjordania. El verso es conclusivo en ese remontarse a Moises y a Dios, y podría ser el final de la historia.

22,10-12 El incidente del altar hace que no sea el final. En rigor, éste es el tema del capítulo, como lo muestra la fórmula "levantar un altar", repetida siete veces.

El texto no deja claro si el altar se construye en Cisjordania o en Transjordnaia -en cualquier caso, se erige junto al Jordán-. Si es auténtica la indicación "en Canaán", según la terminología establecida se trata de Cisjordania; lo cual indicaría una cabeza de puente en territorio de Benjamín, vigilando uno de los vados del Jordán (véase Jue 12,1-6); nada se ha dicho de tal enclave en el reparto. Si consideramos dicha nota como gloa inexacta, el altar se encontraría en Transjordania, bien visible, por sus proporciones, desde el otro lado; casi un desafío para algunos que se asoman a mirarlo.

Porque la narración presupone el principio de un único altar central, por entonces en Siló -al no hablar de Jerusalén ni emplear la fórmula clásica "el lugar que elija el Señor", el texto no supone la centralización cúltica de Josías-. Supuesto el único altar central, todo otro altar está erigido en honor y al servicio de otra divinidad, es, por tanto, idolatría, apostasía, constituye casus belli. Todo ello revela la idea de un Israel unificado fuertemente por el vínculo religioso: el pueblo lleva el nombre de asamblea, comunidad (v.12.16.17.18.20.30), título sacro dominante en documentos posteriores.

La guerra sería una expedición punitiva entre hermanos, como la que narra Jue 20. Pero antes de pelear, tienen el buen sentido de parlamentar, lo cual permitiría al autor fabricar dos discursos en que se expone la teología del problema.

22,13-15 Este sacerdote, es nieto de Aarón, representa la tercera generación; el nombre se perpetuará en la familia hasta tiempos de Samuel. Dirige la embajada un sacerdote por tratarse de un asunto cúltico. El número diez supone que la media tribu de Manasés de Cisjordania también está representada.

22,16-20 El discurso de los delegados es a la vez interrogatorio, acusación y exhortación, y presenta una estructura coherente. El paralelismo estructural está subrayado por varias repeticiones y correspondencias de frases y palabras.

Punto teológico capital es la solidaridad o responsabilidad colectiva: Israel es una asamblea unitaria, el delito de un grupo es delito de todos, el castigo alcanza a toda la comunidad, los dos casos citados lo aprueban. El delito se define en términos consabidos y en términos poco frecuentes fuera de este pasaje: el primero - (m´l) es favorito de escritos emparentados con la escuela sacerdotal, el segundo "apostasia" (shub me´ahare), y el tercero "rebelión" (mrd) son característicos de este capítulo.

22,16 El título "Dios de Israel" tiene en este pasaje particular importancia, porque señala desde el principio la unidad religiosa de todas las tribus y alude a la alianza. Es lógico que los delegados no definan a quién está dedicado el altar, es bastante declarar el hecho como apostasía y rebeldía. El nombre de Yhwh (Señor) cerrando tres de las cuatro cláusulas subraya con su rima el sentido.

22,17 Véase la narración de Nm 25. Allí se dice que Fineés expió por los israelitas y que había apartado la cólera del Señor. El término hebreo para borrar el pecado (t\\hr) es de estirpe cúltica: quiere decir que el delito cometido en Belfegor -acoplarse sexualmente con la divinidad- imposibilita a toda la comunidad para el culto al Señor.

22,18 El verso central, en sus tres cláusulas, resume los elementos del discurso, apostasia, rebelión, ira de Dios.

22,19 Sigue el lenguaje cúltico con el término "contaminada" (tm´). La idea se puede comprender leyendo Lv 24,30: los pueblos que habitaban la tierra de Canaán han contaminado el territorio con sus abominables prácticas sexuales, por lo cual la tierra misma los vomita. La contaminación cúltica es algo que se agarra a la tierra como un contagio, y que no es fácil de extirpar. Por eso es concebible que la tierra asignada por Moisés como tierra prometida, haga aparecer más tarde una contaminación arraigada, que incapacita para el culto al Señor. En tal caso, mejor es abandonar esa tierra y pasar a otra consagrada por la presencia del Señor en su santuario.

22,20 El texto es dudoso, como muestran las traducciones antiguas. Según el capítulo 7, Acán muere con su familia, pero antes habían caído varios israelitas al asaltar Ay.

22,21-29 La respuesta rebate todos los cargos explicando el sentido del altar. Para más claridad lo harán en forma negativa y positiva, repitiéndolo. Si los delegados habían repetido tantas veces el nombre del Señor, ellos los ganarán con largo margen. El altar ha de ser signo y medio de unión, no de separación, pues por él invocarán todas las tribus en nombre del Señor.

La respuesta está también estructurada. Un doble juramento la enmarca, 21-23 y 29. El cuerpo esetá construido en un calculado juego de previsiones condicionales del futuro, montadas sobre la repetición siete veces del verbo ´mr, que significa pensar y decir; se poddría esquematizar así "nos dijimos: si dicen - les diremos - y ya no dirán; nos dijimos: si dicen - les diremos"; en el original la serie resulta en movimiento alterno y disposición quiástica. Según costumbre, la pieza central es la clave: se trata de una doble negación, equivalente a una robusta afirmación "no dirán: "no tenéis parte". Realmente de eso se trata, de tener parte con las demás tribus, de participar con ellas en el culto común al Señor, de superar la barrera física del Jordán y la barrera espiritual de una excomunión.

Otro juego importante subraya el tema: en hebreo suenan muy parecidas las dos fórmulas "vuestros hijos - nuestros hijos" y "entre nosotros y vosotros" (banêkem-banenu, bênênu-bênekêm). Esas dos fórmulas, que llevan ya una inversión, se suceden en rigurosa alternancia, tres veces pronunciadas por vosotros, tres veces por nosotros.

22,31 En su respuesta parecen recoger toda la tensión de los versos precedentes resolviéndola en el enunciado "el Señor entre nosotros".

22,34 Falta el título del altar en el texto hebreo. Según Ex 17,15 Moisés erige un altar y lo llama "Señor, mi estandarte"; éste podría llamarse "Señor, nuestro testigo" o algo parecido.

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