domingo, 18 de junio de 2017

JOSUÉ. CAPÍTULO 8.

Conquista de Ay  (Eclo 46,2)  

81El Señor dijo a Josué:
-No temas ni te acobardes. Vete con tu ejército a atacar Ay, que yo te pongo en las manos a su rey, su gente, la villa y sus campos. 2Trata a la ciudad y a su rey como trataste a Jericó y a su rey. Sólo os llevaréis el botín y el ganado. Pon emboscadas al otro lado del pueblo.
3Josué y su ejército prepararon el ataque de Ay. Josué escogió treinta mil soldados 4y los envió durante la noche con estas instrucciones:
-Os emboscáis detrás del pueblo, pero sin alejaros mucho, y estáis alerta; 5yo y los míos nos acercaremos. Cuando el enemigo salga contra nosotros, como la primera vez, huiremos ante ellos; 6ellos saldrán detrás, pensando que huimos como la primera vez, y así lograremos alejarlos del pueblo. 7Entonces salid de la emboscada y apoderaos de la villa -el Señor os la entregará- 8y en cuanto la ocupéis, incendiadla. Haced lo que ha dicho el Señor. Estas son mis órdenes.
9Los despachó, y fueron a poner la emboscada entre Betel y Ay, al oeste de Ay. Josué pasó aquella noche entre la tropa. 10Se levantó temprano, pasó revista a la tropa y marchó contra Ay. El iba en cabeza, con los ancianos de Israel. 11Todos los soldados que los acompañaban fueron acercándose a Ay, hasta llegar frente a ella, y acamparon al norte, dejando el valle entre ellos y el pueblo. 12(Josué había tomado unos cinco mil hombres y los había emboscado entre Betel 13y Ay, al oeste de la villa. El grueso del ejército acampó al norte, la retaguardia al oeste de la villa. Josué fue aquella noche hasta la mitad del valle).
14Cuando el rey de Ay lo descubrió, despestó a toda prisa a la gente y salió con su ejército a presentar batalla a Israel, en la bajada frente al páramo, sin saber que detrás de Ay había una emboscada. 15Josué y los israelitas cedieron ante ellos y emprendieron la fuga camino del páramo. 16Los de Ay salieron gritando tras ellos y persiguieron a Josué, alejándose de la ciudad; 17no quedó uno que no saliera en persecución de los israelitas; por perseguirlos dejaron la ciudad desguarnecida.
18El Señor dijo a Josué:
-Extiende en dirección de Ay la jabalina que llevas en la mano, porque la entrego en tu poder.
19Josué extendió en dirección de Ay la jabalina que llevaba en la mano, y los de la emboscada salieron corriendo de sus posiciones, entraron en la ciudad, la ocuparon y la incendiaron en seguida. 20Los de Ay se volvieron a mirar y vieron que subía de la ciudad una humareda hasta el cielo y que no tenían escapatoria por ninguna parte, pues los que habían huido hacia el páramo se volvieron contra sus perseguidores 21(porque Josué y los israelitas, viendo que los de la emboscada habían incendiado la ciudad, por la humareda que subía, se dieron la vuelta y atacaron a los de Ay) 22y por su parte los de la emboscada salieron de Ay a su encuentro, y así se vieron copados entre dos ejércitos israelitas. Israel los derrotó hasta no dejarles un superviviente ni un fugitivo. 23Al rey lo apresaron vivo y se lo llevaron a Josué.
24Cuando los israelitas acabaron de matar a todos los de Ay que habían salido a campo abierto en su persecución, haciéndolos caer a todos a filo de cuchillo, hasta el último, se volvieron contra Ay y pasaron a cuchillo a sus habitantes. 25Las bajas de aquel día fueron doce mil entre hombres y mujeres, toda gente de Ay. 26Josué tuvo extendido el brazo con la jabalina hasta que exterminaron a todos los de Ay.
27Los israelitas se llevaron sólo el ganado y el botín, como había ordenado el Señor a Josué. 28Josué incendió la ciudad, reduciéndola a un montón de escombros, que dura hasta hoy. 29Al rey de Ay lo ahorcó de un árbol y lo dejó allí hasta la tarde; al ponerse el sol mandó bajar del árbol el cadáver, lo tiraron junto a la puerta de la ciudad y lo cubrieron con un montón enorme de piedras, que se conserva hasta hoy.
30Entonces levantó Josué un altar al Señor, Dios de Israel, en el monte Ebal, 31como había mandado Moisés, siervo del Señor, a los israelitas -está escrito en el libro de la Ley de Moisés-: un altar de piedras enteras, no labradas a hierro, y ofrecieron sobre él holocaustos y sacrificios de comunión.
32Allí escribió Josué sobre las piedras una copia de la Ley que Moisés había escrito en presencia de los israelitas. 33Todo Israel, los concejales, los alguaciles y los jueces estaban a ambos lados del arca, frente a los sacerdotes portadores del arca de la alianza del Señor; el extranjero lo mismo que el nativo: la mitad hacia el Monte Garizín, la otra mitad hacia el Monte Ebal, como había mandado Moisés, siervo del Señor, cuando bendijo por primera vez al pueblo israelita.
34Josué leyó todo el texto de la Ley, bendiciones y maldiciones, tal como está escrito en el libro de la Ley. 35De cuanto prescribió Moisés no quedó ni una palabra que Josué no leyera ante la asamblea de Israel, incluidos niños, mujeres y los extranjeros que iban con ellos.

Explicación.

8 Unos 20 kilómetros al noroeste de Jericó, sobre la montaña central, se encuentra la localidad llamada Et Tell; tell significa ruina y suele designar esos montículos procedentes de la sedimentación de sucesivas ciudades destruidas sobre el mismo lugar. Casi todos los investigadores identifican ese Et Tell con la bíblica Ay, que también significa ruina, y se encuentra a un par de kilómetros de Betel (la árabe Beitin). El texto bíblico usa el artículo al nombrar la ciudad (ha´ay),  y en el verso 28 dice que Josué la convirtió en Tell perpetuo.
Pero resulta que, como Jericó, Ay no estaba habitada en la época en que se supone que los israelitas entraron en Palestina. Es posible que un episodio famoso de la conquista, una estratagema feliz, haya recibido al poco tiempo una localización trasladada por la sugestión del lugar; el autor habría respetado la vieja narración y su localización también antigua. Aparte la identificación inicial, el texto contiene abundantes datos topográficos de detalle que no es fácil armonizar ni comprender. Detrás y delante pueden significar en hebreo poniente y levante.

Los movimientos estratégicos de un ejército son un tema que los narradores bíblicos no dominan; de ordinario, cuando llegan al desarrollo de la batalla, se contentan con la información escueta "derrotaron". El capítulo presente es relativamente acertado en este punto, si le perdonamos algunas repeticiones innecesarias y alguna insistencia inútil. Domina la acción sobre las palabras (nada de influjos litúrgicos).

Dos veces habla el Señor brevemente, introduciendo dos claves teológicas; también Josué habla poco, para dar instrucciones precisas.

8,1 Expiado el pecado de Acán, el ejército está reconciliado con el Señor, vuelve enteramente la situación de la guerra santa. El oráculo del Señor comienza con sus dos elementos tradicionales.

8,2 Esta vez, Dios cede al pueblo el botín de guerra. (En adelante la traducción española evita la repetición monótona del original de "ciudad" y "Ay", cuatro septenas la primera, y un número alfabético la segunda, un total de cincuenta entre las dos).

8,10 En la noche de la entrada, Josué estaba solo cuando se encontró con el ángel: 5,13-15.

8,18 Otra vez ha de imitar a Moisés, como en la batalla contra Amalec (Ex 17,12). Es una señal que Josué da a sus soldados.

8,26 Se trata del exterminio sagrado, como en el caso de Jericó.

8,29 Según la ley de Dt 21,22-23. El amontonar las piedras es una práctica que volvemos a encontrar en 10,26-27 y en 2 Sm 18,17.

8,29 Dt 21,22s; 2 Sm 18,17.

8,31-35 Estos cinco versos son en extremo importantes, aunque no sabemos por qué aparecen aquí, fuera de contexto. Geográficamente, el campamento israelita se encuentra todavía en Guilgal al comenzar el capítulo siguiente. Y no se ha hablado de una campaña o una marcha que haya abierto el camino desde Ay hasta Siquén (más de 20 kilómetros). Además, por el tema y por algunos motivos está estrechamente vinculado al cap. 24. Tanto que algunos autores trasponen estos versos al cap. 24. Pero hay que tener en cuenta también Dt 11 y 27. Es sabida la función programática del Dt para el escritor Deuteronomista, a quien solemos atribuir la composición final de Josué.

a) Dt 11,26-30 se encuentra al final de la sección parenética (cap. 6-11), inmediatamente antes de la sección legal (12-26). Ahí leemos: "Cuando el Señor tu Dios te introduzca en la tierra donde vas para tomar posesión de ella, darás la bendición en el monte Garizín y la maldición en el monte Ebal. (Se encuentran a la otra parte del Jordán... en la tierra de los cananeos... frente a Guilgal, cerca de la encima de Moré)". Habla de bendiciones y maldiciones, como parte de la alianza; y señala con cierto afán de precisión la situación geográfica, suponiendo que Moisés habla en la campiña de Moab.

b) Dt 27,1-8  se encuentra inmediatamente detrás del cuerpo legal (12-26) y empalma con Dt 11 a la vez que introduce el texto difuso de bendiciones y maldiciones (cap 27-28). Son de notar en este capítulo: las piedras escritas (2.3), el altar de piedras no labradas (5), los sacrificios (6-7), una fórmula de alianza (9). Es decir, las bendiciones y maldiciones que siguen son texto de un ritual de renovación de alianza.

c) Por su parte, Dt 31,10-13 impone la lectura pública de la ley, por la fiesta de las Chozas, en presencia del pueblo entero sin distinción. Con su calculado tejido narrativo, el autor quiere decirnos que la entrada en la tierra sucede según el programa, según las instrucciones de Moisés.

Con todo, no apuremos la coherencia más allá del autor o del texto. La conquista de Jericó y Ay por una parte han permitido la penetración en el corazón de la tierra, por otra parte no alejan la fecha del cruce del Jordán. Respetemos su decisión de colocar esos versos aquí. También el éxodo comenzaba con una pascua y culminaba con la alianza del Sinaí. Ebal y Garizín son un poco el Sinaí dentro de Palestina, para usos litúrgicos.

8,30 El monte Ebal se encuentra al lado de Siquén, y es el más alto de Palestina. nada dice el libro de una conquista militar de este importante centro urbano; históricamente debió de tratarse de una incorporación pacífica (véase Gn 34). Pero es el único caso en que el Ebal asume esa función cúltica, que de ordinario está reservado al Garizín. Quizá haya una punta polémica contra los samaritanos.

8,31 Sobre el altar: Ex 20,25; 1 Re 18,31 (implícitamente): el contacto metal-piedra profana. En Dt 27 se mencionan también los holocaustos.

8,32 No se trata de las piedras del altar, sino de estelas erigidas como réplica de las tablas o losas en que Moisés escribió la ley, Ex 24,4; 32,1s; 34,1, y Dt 27,4-8.

8,33 Según Dt 10,1-5 el texto escrito de la ley se deposita en el arca. En la presente ceremonia el arca es el santuario portátil que centra a la comunidad, creando los dos lados, derecha e izquierda. De aquí proviene la representación de colocar los benditos a la derecha y los malditos a la izquierda (cfr. Mt 25,33).

8,34 Dt 11,26-30; 27-28; Dt 31,12.

8,35 El verso subraya la totalidad: totalidad del pueblo, lectura íntegra, cumplimiento de todo. Según la ficción, Josué no añade nada a la legislación de Moisés. Véase la enumeración de Dt 31,12.

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